miércoles, 13 de marzo de 2013

Don Agustín Embil

En 1917 fue nombrado párroco de Santa María y hasta 1937 ejerció su cargo. Era don Agustín Embil Lazcano, nacido en Guetaria en 1874, quien por una providencia especialísima de la Santísima Virgen recibió las aguas bautismales en la parroquia de Santa María, bajo las maternales miradas de la imagen de Nuestra Señora del Coro, presagio venturoso de su apostolado futuro.
Hombre de aspecto venerable, de carácter bondadoso y acogedor, no conoció jamás la falsedad ni la mentira. Fue piadoso y deboto, organizó durante sus veinte años de párroco en Santa María el ejercicio solemne del Vía Crucis cantado, restableciendo la tradicional  costumbre de esta devoción camino de Urgull.
También restauró la capilla del Cristo de la Paz y Paciencia, y tuvo siempre el pensamiento de levantar en Urgull una imagen de Cristo extendiendo sus brazos redentores sobre la ciudad, que fue realidad unos cuantos años después de su muerte. 
Fue verdadero apóstol de la devoción a la Virgen del Coro. Predicó con  palabra fácil su devoción a la Virgen y hasta en la hora de su muerte dio testimonio de ella pidiendo a los que le rodeaban que le llevasen al Camarín.
Quiso la Virgen premiarle en vida visitándole, cuando enfermo y retirado, se hallaba en Zumaya, pues viendo el sacerdote don Alfonso Tejada el peligro que corría la imagen de Nuestra Señora del Coro durante la dominación marxista en los primeros días de la guerra civil, la trasladó a la casa de Zumaya donde residía don Agustín: el fue su custodio y Ella su mayor lenitivo.
Murió en la tarde del 4 de enero de 1937 teniendo extendido sobre su cuerpo agonizante el manto blanco de Nuestra Señora, como símbolo de una vida pura.
Su despacho parroquial se convirtió en capilla ardiente. Allí estaba el cadáver  de don Agustín revestido con casulla morada, teniendo en las manos un cáliz, cubiertos los pies por un paño de tisú.
En el testero de la habitación se había colocado un crucifijo de gran tamaño sobre paños negros. Monjas de varios conventos le velaban. En un altar portátil se dijeron al día siguiente varias misas.
El miércoles, día 6, en el atrio de la iglesia fue recibido el cadáver por el clero parroquial mientras las campanas doblaban a muerto y el Orfeón entonó un reposo organizándose un fúnebre cortejo camino de Polloe.
El duelo lo presidían las autoridades locales. San Sebastián acompañó a don Agustín  al cementerio. Los funerales se celebraron el 7 de enero.

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